lunes, 23 de octubre de 2017

La historia deconstruida

Una de las más celebres ambiciones de los historiadores de Annales fué desmontar los saberes tradicionales, aceptando los riesgos en las fronteras de la innovación de una propuesta de rejuvenecimiento del oficio del historiador al tiempo que recodificaron el dialogo con las ciencias sociales. Pues para esta generación de historiadores no son suficientes: la descripción cronológica de los objetos, los procedimientos de análisis, ni la naturaleza de la documentación; sino que pretenden que el historiador construya sus problemáticas en la intersección de una larga serie de interrogantes del presente, tomando prestados los métodos de otras ciencias.
            Los historiadores de Annales fueron los precursores en subrayar la complejidad del tiempo, privilegiando la larga duración. Argumentaban que la exploración de los mecanismos temporales, debían construir a la contribución de la historia, no obstante el cuidado particular de los fenómenos de más larga duración lleva consigo el riesgo de olvidar los procesos por los cuales lo nuevo sucede, por ello la atención a los procesos supone que las temporalidades humanas son múltiples y que la conciencia cronológica no basta para fundamentar la verdadera contemporaneidad.
            Dentro de los múltiples desfases entre las formas, las estructuras y los funcionamientos históricos, se encuentra el origen de una evolución, no necesariamente alomérica y estacionaria, sino histórica: irreversible, imprevisible y determinada, pues cada sociedad está en un proceso constante de producción de sí misma y en el análisis de este proceso se encuentra l única manera de romper con la insignificancia de los relatos de sucesos.
            Para Annales, la historia social ha sido concebida de golpe, como aquella de lo colectivo y lo cuantificable, preocupándose de medir los fenómenos sociales a partir de indicadores simples, pero medibles masivamente, reuniendo y analizando un enorme material, aún ante el riesgo de que esta actividad pueda devorar la ambición del investigador y la inquietud misma de la interpretación. El desarrollo de amplios bancos de datos, tropieza contra las mismas aportas que tiene una concepción simplificada de la relación entre el historiador y el documento, o entre el archivo y el pasado y pudiera desembocar en la objetivación de las estructuras analíticas. Ante esto, los historiadores de Annales advierten que los objetos sociales no son cosas dotadas de propiedades, sino conjuntos de interrelaciones cambiantes en el interior de configuraciones en constante aceptación, por ello proponen dilucidar los modos de relación entre economía, sociedad y civilizaciones, como la principal tarea del historiador.
            Una buena investigación histórica resulta en un sistema de proposiciones explicativas, ligadas entre sí, resultando en la expresión de una estructura que ayuda a disolver la opacidad en la comprensión de la realidad histórica, a partir de principios de inteligibilidad, pues el objeto de la historia no puede plantearse desde la exterioridad, ni encerrarse en categorías a priori, sino que los procedimientos de la experimentación son los que la construyen y la hacen comprensible. Así la empresa de innovación e interdisciplinariedad de anuales, se basa en el derecho y deber de los historiadores, de franquear las coacciones disciplinares y aprovechar todos los recursos que ofrecen las ciencias sociales, valiéndose de estos modos de interacción entre las practicas científicas especializadas. Aún que son conscientes de algunos de los riesgos que esta postura implica: La multiplicación indefinida de experiencias individuales y aisladas; así como la posible falta de cohesión disciplinar en la solución empírica de los problemas históricos.