Se ubica en Av. 20 de
agosto, entre Río Churrusco y Calzada de Tlalpan. En un antiguo convento que la
orden eclesiástica de los franciscanos
cedieron a la orden de los dieguinos
en 1580, quienes establecieron allí su noviciado y el colegio de formación de
misioneros que evangelizaron Filipinas, China y Japón. Se usó como cuartel
militar durante el siglo XIX y uno de los escenarios donde se libró una de las
batallas más importantes contra el ejército estadounidense en 1847. Fue Abierto
como museo desde 1981.
El huerto era un espacio
ocupado por las comunidades monacales para proveerse de alimentos, cultivaban
hortalizas y frutas para autoconsumo; y hierbas, que empleaban como condimento
o tratamientos medicinales. Podemos leer en la ficha explicativa: “El huerto
formaba parte de una unidad productiva autosuficiente para abastecer a los
frailes; en el huerto del convento encontramos el aljibe, depósito
indispensable para el baño de los placeres, para el riego de la misma huerta y
para la cocina”.
La museografía incluye algunos cartelones en
que se indica al visitante de que tipo de planta se trata y algunos usos que se
le atribuyen, por ejemplo:
Sábila
(alóe aristata)
Origen, América y África
Hojas. Aplicación
local alivia las molestias de quemaduras y heridas en la piel, molida controla
diabetes
Aún cuando el montaje
museográfico no deja de dar la impresión de una maqueta impoluta, el visitante
puede darse una idea de los utensilios que se usaban y la distribución
espacial, a la sazón, la ficha explicativa indica:
“Un
sitio muy importante para todo convento era la cocina, lugar donde se
preparaban los alimentos de la comunidad y los que se ofrecían a los viajeros y
peregrinos que llegaban a hospedarse en este sitio.
La cocina era un lugar para la vida comunitaria, de
sus hornillas, asadores y fogón salían los más variados platillos que
alimentaban a los frailes del convento. La cocina fue también lugar de
intercambios culturales y del mestizaje.
De cocinas como esta surgieron los sabores, olores y
viandas que incluso hoy reconocemos como mexicanos”
Un
espacio que en lo personal impresionó gratamente mi atención es aquel al fondo
de la cocina en el que pueden apreciarse varios contenedores de barro (algunos
de ellos ya rotos), pues la luz se filtra de una manera muy particular en el
sitio, que conjuntamente con los materiales de construcción y el barro rojo de
los contenedores permite al visitante imaginarse en un sitio en el que no ha
pasado el tiempo… un ambiente atemporal que bien pudiera ser 1580, 1981 o 2015…
En el
gran fregadero eran lavados todos los trastos y utensilios de la cocina. Para
fregar ollas y cazuelas, los sirvientes y esclavos se servían de escobetas y
estropajos de fibras vegetales. Para acabar con el cochambre en cazos y
sartenes se usaba la piedra pómez. Junto al fregadero, se ubicaba la pila para
almacenar agua.
“El refectorio del convento. De acuerdo con la regla
de la orden (supongo que se refiere tanto a los franciscanos como a los dieguinos) Los alimentos tenían que ser
consumidos en forma comunitaria en el refectorio, Todos los frailes se reunían
a la hora que marcaban las Constituciones y ocupaban su ligar en la mesa.
En ciertas fechas, además de acompañar la comida con
lecturas edificantes, un grupo de frailes o laicos podían interpretar algunas
piezas musicales. Los días de fiesta, la mesa de los frailes se veía colmada de
deliciosos platillos.
a. Paralelas a lo largo de los muros en ellas se
sentaban los estudiantes y frailes
b. Una transversal a las primeras, ocupando la
cabecera del refectorio, asignada al prior del convento y a los invitados
ilustres de él.”