lunes, 15 de febrero de 2021

El peronismo y la clase trabajadora


El texto de James aborda el periodo de formación del movimiento peronista y los motivos de identificación entre la clase trabajadora con su retórica, en ese sentido esboza de inicio la situación de contexto sociolaboral en Argentina con las siguientes características: rápida expansión económica sin beneficio para la clase trabajadora, rezago salarial ante la inflación, represión a la protesta por empleadores y Estado; y escasa legislación laboral y social.

Perón se consagró a atender algunas de las preocupaciones de la emergente fuerza laboral industrial, al tiempo que socava la influencia de las fuerzas de liderazgo sindical que competían con él; impulsó en el ámbito de lo laboral una estructura de organización centralizada por rubros productivos incorporándose a un monolítico movimiento peronista y llamándoles a la acción como agentes del estado ante los trabajadores: a cada sector de la actividad productiva sólo se le otorgó un sindicato con reconocimiento oficial, la ley obligaba a los empleadores a negociar con el sindicato y los salarios y condiciones acordados en esa negociación se aplicaban a todo el rubro, mientras el Estado quedaba como supervisor y articulador de esa estructura. En lo sociopolítico, reconoció el status cívico-político de la clase trabajadora como fuerza social y promovió la integración de esa fuerza a una coalición política emergente, pero de la mano con las estrategias laborales esta integración quedaba supervisada por el Estado que promovía un proyecto justicialista con pretensiones corporativistas para organizar y dirigir grandes esferas esferas de la vida social, política y económica.

Resulta lógico entender que la propuesta Peronista de un Estado reformista que ofrecía ventajas concretas en el corto plazo a la clase trabajadora aún cuando su libertad de acción se viera comprometida al margen del centralismo sindicalista impuesto, lo que permite pensarles como actores dotados de una conciencia de clase en busca de un camino realista para la satisfacción de sus necesidades materiales, pero influidos por un pragmatismo básico, atento a las necesidades del capital y su satisfacción.

El atractivo político del Peronismo estaba en su capacidad para redefinir la noción de ciudadanía dentro de un contexto esencialmente socio-económico, en el que se prometía acceso a la plenitud de los derechos políticos, ante la inercia de exclusión que los sectores laborales sufrían aún cuando muchos de esos derechos político-sociales ya se tenían anteriormente. La novedad es que el Peronismo exigía su restablecimiento, y para ello construyó una retórica con prevalencia elementos caudillistas y símbolos de lucha contra la oligarquía, mediante un lenguaje tradicional (con constantes referencias a la cotidianidad y figuras alegóricas importadas de canciones de tango), en el que la idea de luchar por los derechos en el orden de la política implicaba inevitablemente un cambio social que les garantiza reconocimiento y representación en la vida política de la nación, con acceso directo y privilegiado al Estado por medio de sus sindicatos. En esa ecuación la principal responsabilidad se trasladaba a la fuerza laboral, pues Perón se consideraba sólo como su vocero, pero el éxito dependía de su capacidad de unión y organización para enfrentar los retos de industrialización y nacionalismo económico.

Pero la credibilidad Peronista no estaba sujeta sólo a su lógica axiomática de las promesas, sino a la inmediatez con que la justicia social y la integración político-social podía atraer los anhelados cambios sociales, en ese sentido el proyecto ignoraba la necesidad de contar con élites políticas profesionales y promovía un profundo antiintelectualismo, afirmando suficiencia y validez de hábitos, valores, estilos de vida y costumbres de la clase trabajadora, tal y como los encontraba

Para James el Peronismo marcó una coyuntura decisiva en la aparición de la clase trabajadora moderna en Argentina, su existencia y su sentido de identidad como fuerza nacional en lo político y lo social; esta no llegó al Peronismo plenamente consciente de su capacidad para constituirse como fuerza de acción con injerencia a nivel estatal, sino que encontró en la retórica Peronista un vehículo para satisfacer sus necesidades materiales. Y si bien esta retórica procuraba la identificación e incorporación de la clase trabajadora con el Estado (suponiendo cierto grado de pasividad y somnolencia en esa relación por parte del la fuerza de trabajo), paradójicamente el movimiento sindical emergió con fuerza portando un espíritu reformista no anticipado de gremialismo activo y autónomo.