No es una mala época para dedicarse a la Historia
“Es habitual la tendencia de idealizar el pasado cuando el presente no nos gusta, o nos gusta menos. Idealizamos el compromiso intelectual, creyéndolo general en otros tiempos” ( José Antonio Piqueras p. 23)
En esta edición rustica de El Colegio de México, Piqueras nos conduce al puro estilo del Virgilio de Dante, a lo largo de la trayectoria intelectual de Eric Hobsbawm… En tres capítulos magistrales mediante sucesivas aproximaciones al desarrollo de la historiografía contemporánea, desmenuza minuciosamente el trabajo historiográfico de Hobsbawm, para reconstruir una de las más fecundadas líneas de la historia social, ya considerada como clásica. El libro nos obsequia un cuarto apartado en el que se reproduce la conversación que tuvo lugar en mayo de 1995 (en la residencia londinense de Hobsbawm), con los entonces editores de la revista Historia Social: Javier Paniagua y el mismo Piqueras.
Para Piqueras, la historia científica con reglas metodológicas principios de verificación documental y verosimilitud razonada, es producto del s XIX; en un inicio positivista y de simple narración, legitimadora de naciones de reciente construcción, épicas modernas y grandes figuras. Pero que se hizo social en el siglo XX; antes de eso se ocupaba sólo de personalidades singulares, la marcha de los estados y las grandes gestas.
Esta nueva historia es analítica, se interesa por los fenómenos colectivos, la sociedad, los conflictos, las condiciones de vida, las formas de pensar, los sectores subalternos, en fin, da lugar a la gente común.
Respecto
a los antecedentes y desarrollo de esta transformación en la construcción
disciplinar, Antonio Piqueras nos recuerda que ya en 1894 Pierre Lacombe reclamaba
una perspectiva sociológica que trascendiera los hechos singulares para centrar
el interés en el estudio de las civilizaciones, para 1900 Henri Berr invitaba a
buscar una síntesis de los campos científicos del conocimiento para abandonar
la historia historizante, reducida a la esfera estatal; mientras Francois
Simiand invitaba a los historiadores a pasar del fenómeno singular al regular,
buscar relaciones estables, leyes, sistemas de causalidad, abandonando de una
vez por todas la historia episódica; así entonces se historizaba en los años
40´s, antes de que los intelectuales quedaran reducidos a la figura del
francotirador independiente o entrara en la institucionalidad financiada por
poderes públicos y agencias de inteligencia; o incluso a la militancia de
izquierda, muchas veces adoctrinando sin la suficiente calidad disciplinar. Posteriormente
Fernand Braudel propuso una ambición totalizadora y sociológica para la
historia, pronunciándose por el estudio de las estructuras de larga duración, y
Labrousse trataba de explicar los movimientos sociales mediante los movimientos
políticos, uniendo estructura y coyuntura.
“Es habitual la tendencia de idealizar el pasado cuando el presente no nos gusta, o nos gusta menos. Idealizamos el compromiso intelectual, creyéndolo general en otros tiempos”
(José Antonio Piqueras)
En 1952 la revista Past and present pugna por una historia analítica, motivada por la historia económica y social, con interés en los grupos y la sociedad, siempre de la mano del materialismo histórico. Y es en este punto histórico en que Piqueras nos introduce al momento en que Hobsbawm se identifica con la historia de la sociedad moderna, capitalista e industrial, reconociendo que esta cambia más rápido que sus miembros, quienes reproducen las estructuras tradicionales, los valores y las actitudes clásicas; lo que da lugar a conflictos de adaptación entre viejos modos de vida en una realidad nueva. Hobsbawm estudia la clase trabajadora del s XIX, la expansión del capitalismo y el Imperialismo, pero también es sensible a las reacciones sociales poco tipificadas por carecer históricamente de voz, lo que le conduce a interesarse por las relaciones entre base y las superestructuras (que constituyen una constante en su trabajo), como un esfuerzo por establecer en la historia y el análisis social una jerarquización de fenómenos que permitiera explicar la dirección histórica. Piqueras reconoce que es difícil separar los estudios interpretativos de Hobsbawm, de sus otras obras de síntesis, en las que se mezclan sociedad y política.
“No sólo nos restan numerosos porqués por estudiar, sino que su número crece en la medida en que los historiadores somos capaces de pensar la realidad problematizándola, construyendo nuevos problemas sobre el pasado, a cuya explicación posible, dedicamos nuestro tiempo y nuestro esfuerzo. No es una mala época para dedicarse a la Historia” (Piqueras, p.68)
José Antonio Piqueras, es profesor en la Universitat Jaume I, donde dirige el grupo de Historia Social Comparada. Oriundo de Enguera, Valencia. Catedrático de Historia Contemporánea, se interesa por el pasado y el presente de España y de América Latina; Especialista en el análisis de las relaciones sociales y de las actitudes políticas, investigador en el campo de la historia social, del pasado al presente, en su sentido más amplio.