miércoles, 4 de octubre de 2017

El relajo estudiantil Mexicano

En los últimos cuarenta y nueve años del pasado socio-político en México nos hemos mantenido atentos a las voces de los actores académicos y políticos partícipes del movimiento estudiantil, quienes desde el principio aportaron categorías epistemológicas mediante sus propias expresiones de la memoria (con su rebeldía de recordar para no repetir), procurando respuestas sobre los acontecimientos, las causas y sus consecuencias y en algunos casos incluso lanzan propuestas de acción para proceder según el contexto de su propio presente: el sangriento 1968. Posibilitando formas de explicar y comprender estos acontecimientos a lo largo del tiempo y colocando el recuerdo de los hechos al centro de la esfera pública para debatirles y negociarles en sus posibles significados. Con las historias del 68 vamos develando de a poco una de las múltiples formas de entender el pasado reciente y nuestro propio presente, que mucho tiene que ver con esa mutilación de esperanzas que caracteriza al México postrevolucionario, amordazado por esa viciosa  reserva documental que han sufrido los archivos por mucho tiempo bajo el intragable argumento paternalista de la seguridad nacional.


Orientados por la expectativa de esclarecimiento (y porque no, de justicia) ante la velada verdad, aún a la sombra de intereses oscuros de muchos de los actores estatales involucrados que buscan imponer ciertas formas de entender el pasado bajo sus zapatos. Son muchos los historiadores - profesionales y no tanto-, que han demostrado que recuperar el pasado reciente del 68 se puede hacer de múltiples maneras, analizando momentos álgidos o débiles, con mayor o menor eco en el medio social; pero todas y todos abordan irreductiblemente y sin lugar a dudas una parte de esa tensión entre la experiencia cruda de la represión o el asesinato; y la certeza de que valió la pena - el sacrificio no fue en vano.    
 Las representaciones del 68 inician con el movimiento mismo y sus actores hacen al menos un par de intentos por explicar sus orígenes. En esta esquina, los estudiantes y los grupos que con ellos se solidarizan, argumentan desde un inicio que el movimiento se origina como respuesta a la violencia gubernamental ante las riñas entre estudiantes, así el conflicto tiene como motivo inicial la represión ejercida por el gobierno local, que desató una escalada en la violencia de los acontecimientos ante la represión de las manifestaciones por parte del poder federal, ergo la causa principal de la movilización estudiantil es responsabilidad de las acciones indiscriminadas del gobierno de Díaz Ordaz en contra de los jóvenes mexicanos. Al otro extremo del cuadrilátero el gobierno y los distintos sectores que lo apoyan sustentan una conjura atribuida al Partido Comunista Mexicano (PCM), orquestada desde el exterior del país, con la que fuerzas oscuras intentan impedir los Juegos Olímpicos programados para ese mismo año pues desde las primeras protestas estudiantiles se observaba el síntoma de esta conjura, atribuyendo así el inicio del conflicto a la violencia estudiantil

22 de Julio. Se suscita una riña en la ciudadela, entre estudiantes de las vocacionales 2 y 5 del Instituto Politécnico Nacional, quienes junto a grupos juveniles identificados (en esa tradición popular de rebautizar a los actores para construirlos en personajes) como “Los Arañas” y “Los Ciudadelos” y estudiantes de la Preparatoria Isaac Ochoterena, incorporada a la Universidad Nacional Autónoma de México.

23 de Julio. Continúan los enfrentamientos estudiantiles, e interviene el cuerpo de granaderos del Distrito Federal contra los estudiantes, de forma violenta y pese a que se puede demostrar que los efectivos irrumpen en el edificio de la Vocacional 5, el general Luis Cueto, jefe de la Policía Preventiva niega la agresión.

26 de Julio. Dos actos públicos, por un lado la manifestación que conmemora el XV aniversario del asalto al cuartel Moncada, convocada por la Confederación Nacional de Estudiantes Democráticos (muy influida por el Partido Comunista), coincide con otra manifestación organizada por la Federación Nacional de Estudiantes Técnicos (FNET) organización patrocinada por las autoridades del politécnico, quines protestan por la intervención en la Ciudadela. Ambos son duramente reprimidos por la policía. La Dirección General Federal de Seguridad y el Servicio Secreto ocupan las oficinas y los talleres donde se imprimía “La Voz de México” Órgano Central del Partido Comunista Mexicano.

27 de Julio. Los estudiantes toman las preparatorias 1, 2 y 3 de la UNAM. Se organizan las primeras asambleas estudiantiles. El general Luis Cueto declara que el fin de las agitaciones es desestabilizar para dañar la Olimpiada.

29 de Julio. Policía y Ejército ocupan los planteles de la Preparatoria Nacional y del IPN en el Centro de la ciudad. La puerta colonial de la Preparatoria 1 es destruida con un disparo de bazuca. El Secretario de Defensa, Marcelino García Barragán, niega este hecho acusando a los jóvenes de causar los destrozos con bombas Molotov.
30 de Julio. Se suspenden las clases en las escuelas dependientes de la UNAM y el IPN. En la Ciudad Universitaria, el rector Javier Barros Sierra iza la bandera a media asta, en protesta por la violación a la autonomía. Las transmisiones de radio UNAM concluyen temprano, en señal de luto. El regente de la ciudad, Alfonso Corona del Rosal, promete liberar las escuelas “de no haber más enfrentamientos”.

31 de Julio. Se generaliza la huelga en la UNAM, el Politécnico, la Normal Superior, Chapingo, la Universidad Iberoamericana, el colegio La Salle, el Colegio de México, en las escuelas del INBA y algunas universidades de provincia. La policía sale de la Preparatoria 5.

Posiblemente estas dos lecturas son las que más influencia tuvieron entre la opinión pública de la población civil no directamente involucrada en esa serie de acontecimientos que se acaban de enlistar, y  ambos discursos permearon en el punto de vista de los distintos sectores de la sociedad al tiempo mismo en que se sucedían los acontecimientos. Pero se debe aclarar que la suposición de la conjura fue la que recibió mayor difusión por parte de los medios de comunicación. La idea de la conjura en el discurso gubernamental pretende descalificar al movimiento estudiantil mientras teje cierta dispensa moral al actuar gubernamental por los acontecimientos violentos. Reportajes, noticias, ensayos, crónicas, y artículos de opinión, aparecen como manifestaciones de hegemonía con responsabilidad de periodistas, escritores y políticos incondicionales al régimen, quienes se expresaron en un tono moral, aleccionador y paternalista sobre el movimiento, siempre desde una posición condenatoria. Los periódicos El Universal, Novedades y El Heraldo de México, se alinearon al discurso oficial con el único camino de colocarse en una posición de rechazo y preocupación frente a las expresiones de rebeldía y el arribo de corrientes ideológicas externas y malignas; ante la defensa de vigencia de un sistema de ideas y valores identificados con el paradigma revolucionario. Pues los comunicadores que apoyaron la idea de  la conjura no dudaban de la vigencia de la revolución mexicana versus los intereses extranjeros que buscaban implantarse en la juventud y desestabilizar al país. Así, los ataques y las descalificaciones hacia el movimiento fueron gestados no solo por el Estado, sino por la existencia de un bloque conservador a través de todo tipo de fuentes pagados en los medios de comunicación.

El 68 constituye ya por sí mismo un episodio manifiesto de ruptura ante las estructuras históricas que le preceden (el fin de una época y el inicio de otra), un momento coyuntural que es punto de contraste entre nuestro pasado desolador y un futuro prometedor, o viceversa, evidenciando el desfase entre las formas hegemónicas intelectuales y las influencias culturales alternas como: el triunfo de la revolución cubana, la aparición de revistas con temas políticos y/o sociales en el país, o diversas expresiones artísticas críticas.

1 de Agosto. El rector Javier Barros Sierra encabeza una manifestación en defensa de la autonomía universitaria. La marcha, que sale de CU hasta Félix Cuevas por la Avenida Insurgentes, retorna al campus por Avenida Universidad. Mientras Díaz Ordaz pronuncia un discurso en Guadalajara en el que lamenta los acontecimientos recientes y ofrece su “mano tendida” a quien quiera estrecharla.

2 de Agosto. Se crea el Consejo Nacional de Huelga (CNH), formado por estudiantes de las instituciones en paro. Paralelamente se forma la Coalición de Profesores de Enseñanza Media y Superior Pro libertades Democráticas. Se publica un desplegado de 26 directores del IPN y escuelas en apoyo a los estudiantes.

5 de Agosto. El Instituto Politécnico Nacional hace una manifestación masiva a la que no acude Guillermo Massieu, su director. El PPS acusa a la CIA de estar detrás del movimiento.

8 de Agosto. El CNH propone su pliego petitorio con seis puntos de demanda:
1. Libertad a los presos políticos.
2. Destitución de jefes policiales, los generales Luis Cueto Ramírez y Raúl Mendiolea y el teniente coronel Armando Frías. 
3. Extinción del Cuerpo de Granaderos.
4. Derogación del artículo 145 y 145 bis del Código Penal Federal, que condenaba el delito de disolución social y funcionaba como el argumento jurídico para las agresiones.
5. Indemnización a los familiares de los muertos y heridos desde el inicio del movimiento.
6. Deslindamiento de responsabilidades de las autoridades.

13 de Agosto. Se realiza la primera manifestación estudiantil al Zócalo, que parte del Casco de Santo Tomás y es encabezada por la Coalición de Profesores. Las cifras varían según quien los cuenta, pero se habla de 150 a 300 mil personas exigiendo el cumplimiento del pliego petitorio.

15 de Agosto. Una sesión extraordinaria del Consejo Universitario, presidida por el rector Barros Sierra, nombra una comisión representante de las demandas de los estudiantes y aprueba tres más, referentes al pago de los daños sufridos a la Universidad.

16 de Agosto. Inicia el movimiento de brigadas, al tiempo que se integra la Alianza de Intelectuales, Escritores y Artistas.

18 de Agosto. Se realizan los primeros festivales artísticos en Ciudad Universitaria y Zacatenco.
  
20 de Agosto. Se realiza una reunión a la que habían convocado al Congreso de la Unión para plantearles de manera directa sus demandas, pero no se presenta ningún legislador.

22 de Agosto. El secretario de Gobernación Luis Echeverría, ofrece un "diálogo franco y sereno" con representantes estudiantiles. El CNH acepta la propuesta, a condición de que el diálogo se realice en presencia de la prensa, la radio y la televisión.

27 de Agosto. Se realiza una manifestación desde el Museo de Antropología hasta el Zócalo. Mientras tocan las campanas de la Catedral, en la plaza se iza una bandera rojinegra a media asta, que luego fue arriada. Se vota la propuesta de establecer una asamblea permanente hasta que se acepte el diálogo público. En la madrugada, los estudiantes son desalojados violentamente por la fuerza pública.

28 de Agosto. El gobierno realiza un "acto de desagravio" a la bandera nacional al que asisten trabajadores al servicio del Estado. Grupos de estudiantes, que realizaban mítines relámpago, se mezclan con los burócratas. El acto finalmente es disuelto por carros blindados y tropa de infantería. Regresando de la manifestación, el profesor Heberto Castillo es golpeado en la puerta de su casa y se refugia en Ciudad Universitaria.
  
La noche de Tlatelolco de Elena Poniatowska es una obra representativa sobre las tensiones imperantes en la temporalidad que nos concierne y con la que estuvieron de acuerdo buena parte de los activistas encarcelados, pues consigue articular diversas voces que relatan el movimiento desde su inicio hasta la represión; y aún que a veces incluso se lee a sí misma un tanto contradictoria, en muchas ocasiones encuentra puntos en común con la realidad de los acontecimientos. Resaltando voces de los dirigentes encarcelados como los principales relatos, y otorgando voz a los que no la tuvieron, así como sistematizando la memoria silenciada mediante represión y censura lo cual de una vez y para siempre, deslegitima la acción violenta del Estado.

1 de Septiembre. En su IV informe de Gobierno, e1 presidente Díaz Ordaz amenaza con sofocar el movimiento estudiantil: “…hemos sido tolerantes hasta excesos criticados; pero todo tiene un límite y no podemos permitir que se siga quebrantando el orden jurídico, como a los ojos de todos ha venido sucediendo…”

3 de Septiembre. El CNH responde a lo planteado por el presidente en su Informe y ratifica su demanda de diálogo público.

6 de Septiembre. El gobierno propone “diálogo público pero sin exhibicionismo”. En rechazo a esta propuesta, el día 7 de septiembre el CNH celebro un mitin con 25 mil personas en Tlatelolco.

9 de Septiembre. El rector Barros Sierra hace un llamado a la comunidad para volver a clases, sin renunciar a los fines del movimiento.

13 de Septiembre. Se realiza la “manifestación del silencio”, del Museo Nacional de Antropología e Historia al Zócalo.

15 de Septiembre. El ingeniero Heberto Castillo, de la Coalición de Maestros, da el Grito de Independencia en Ciudad Universitaria.
  
18 de Septiembre. Alrededor de las diez de la noche, el ejército ocupa Ciudad Universidad. Son detenidas cerca de quinientas personas.

19 de Septiembre. El rector Javier Barros Sierra protesta por la ocupación militar, a la cual califica como un “acto excesivo de fuerza”.

20 de Septiembre. Enfrentamientos entre estudiantes y elementos de la policía en planteles del Politécnico en el norte de la ciudad.

23 de Septiembre. Barros Sierra presenta su renuncia como rector después de ser culpado por la violencia ejercida en la UNAM. Dice: “los problemas de los jóvenes, sólo pueden resolverse por la vía de la educación, jamás por la fuerza, la violencia o la corrupción”. Varias instituciones y personalidades cercanas a la Casa de Estudios rechazan la renuncia y le demandan retornar a la Rectoría.

24 de Septiembre. El ejército ocupa el Casco de Santo Tomás, después de una lucha de varias horas con los estudiantes.

26 de Septiembre. Barros Sierra retoma la Rectoría de la UNAM y exige la salida del ejército de sus instalaciones

30 de Septiembre. El ejército desocupa la Universidad.

1 de Octubre. Se reanudan labores de investigación, administración y, parcialmente, las de difusión cultural en la Ciudad Universitaria. El CNH decide continuar la huelga escolar y convoca a un gran mitin en la Plaza de las Tres Culturas.

2 de Octubre. Se celebra un mitin en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco. Tras una señal luminosa se desencadena un tiroteo que deja un número indeterminado de muertos y heridos. Cientos de estudiantes son detenidos e incomunicados.

En este momento queda claro que la conjura no proviene de los estudiantes, sino de los más altos niveles del gobierno, puesto que éste es responsable directo de la decisión de resolver con violencia el conflicto a partir de un operativo militar y paramilitar reflejado en la tragedia del 2 de octubre

Inmediatamente después de finalizada la movilización estudiantil, se inicia una tímida instalación de la denuncia. Seguramente La sensación de fracaso estaba presente entre los estudiantes del 68 en su momento del 68 las demandas no fueron cumplidas, pero algunos años después un par de semanas  encontraron atención: Libertad a los presos políticos, derogación de los artículos 145 y 145 bis y apertura de dialogo con el sector estudiantil. Aunque el recuerdo del movimiento no contó de inicio con el apoyo de partidos políticos u organizaciones amplias y esta tarea quedó a cargo de “los estudiantes de las principales universidades del país”, a traves de actos conmemorativos y las tradicionales marchas en la Ciudad de México.

9 de Octubre. El CNH responsabiliza al gobierno federal por los sucesos de Tlatelolco y afirma que no obstaculizará el desarrollo de los Juegos Olímpicos, estableciendo la Tregua Olímpica.

12 de Octubre. Se inauguran los XIX Juegos Olímpicos en el estadio de Ciudad Universitaria.

26 de Octubre. Son liberados 63 estudiantes. Quedan 165 inculpados en Lecumberri.

29 de Octubre. El ejército desocupa las instalaciones del IPN ubicadas en el Casco de Santo Tomás.

4 de Noviembre. Asambleas estudiantiles del Politécnico y la Universidad deciden mantener el paro hasta que se obtenga solución al pliego petitorio.

5 de Noviembre. Treinta miembros del CNH se reúnen con Julio Sánchez Vargas, procurador general de la República, y le exigen la libertad de todos los estudiantes presos desde el 23 de julio.

4 de Diciembre. El CNH acuerda levantar la huelga estudiantil. El paro duró 130 días.

6 de Diciembre . Se disuelve formalmente el CNH.

Luego de la represión del 2 de Octubre y la posterior disolución del CNH el 6 de diciembre, el movimiento entra en una fase de repliegue, trasladando la experiencia de lucha a diversas trincheras políticas: el objetivo era darle continuidad a la lucha ampliando los frentes. Esto significa un cambio en la relación de poder entre el gobierno y la sociedad civil, y el inicio de una nueva fase de movimientos sociales en el país.

Tras esta serie de acontecimientos se instaura en el imaginario colectivo el término de Crimen de Estado para referirnos al descenlace violento, bajo la lógica de que “la planeación y ejecución de la acción delictiva se produce en los espacios de decisión política y operativa de los organismos de Estado, y porque se determina y exige la participación y disciplina personal en el hecho delictuoso precisamente por el puesto y la jerarquía política de la persona en la estructura de la administración pública” explicó en su momento Raúl Álvarez Garín a propósito del movimiento del 68. (La Jornada, 30 de septiembre de 1998); por lo que no es gratuito cuando hace tres años ante la desaparición forzada de estudiantes en Iguala, tras una serie de episodios de violencia ocurridos durante la noche del 26 de septiembre y la madrugada del 27 de septiembre, cuarenta y nueve años después, la sociedad civil traiga a la memoria los hechos violentos de 1968 y en las calles, grito al cuello, señale nuevamente que “Fue el Estado”.

La caracterización que hemos aventurado sobre el 68 estudiantil en México como movimiento de ruptura, le posiciona en la vanguardia de un proceso de transformación de la realidad nacional y de planteamiento de vías novedosas para el desarrollo de la democracia en el país, es decir, de renovación nacional, enfrentando el discurso de aspiración de progreso y modernidad contra las cuentas pendientes del pasado. Aún que me parece importante aclarar que el acceso a los archivos del 68 se autorizó apenas hace unos años (al menos parcialmente), a partir de las “políticas de la memoriay la creación de la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (FEMOSPP) en medio de un contexto de debilitamiento del PRI y la alternancia presidencial.


Referencias:

  • 1968 Un archivo Inédito. Micrositio a cargo de la Coordinación de Estrategia Digital Nacional de la Presidencia de la República, y la Unidad de Gobierno Digital de la Secretaría de la Función Pública - http://www.cultura.gob.mx/micrositios/1968/lasimagenes.html Consultada el 19/092017
  • Carr, Barry - La izquierda mexicana a través del siglo XX. México, Era, 1996.
  • Gómez Nashiki, Antonio.1968 Cronología del movimiento estudiantil mexicano. En: Nexos 1 de enero de 1988 - http://www.cultura.gob.mx/micrositios/1968/lasimagenes.html Consultada el 25/092017
  • http://www.nexos.com.mx/?p=4996
  • Krauze, Enrique - La presidencia imperial: ascenso y caída del sistema político mexicano 1940 - 1996. México, Tusquets, 2000
  • Poniatowska, Elena - La noche de Tlatelolco. México, Era, 1993
  • Díaz Favela, Verónica - Los fotógrafos anónimos del 68. En: Magis, revista del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente octubre 2008 - http://www.magis.iteso.mx/content/los-fot%C3%B3grafos-an%C3%B3nimos-del-68. Consultada el: 19/092017