Braudel establece una crítica al campo
histórico tradicional de su época por dar este excesivo énfasis al desarrollo
de las campañas militares y al actuar de los grandes hombres, por lo que su
principal interés es situar a los individuos y los acontecimientos en el medio
geográfico en el que se desarrollan; planteando una historia en la que los
cambios se perciben mucho más lentos, con ciclos recurrentes en relación con su
ambiente geográfico, situando este como parte misma de la historia. Pues para
Braudel ni los acontecimientos, ni las tendencias generales pueden comprenderse
sin esta relación.
Su gran problema para las primeras
producciones, era mostrar que el tiempo se mueve a diferentes velocidades, y a
los acontecimientos no los comprende sin la historia de las estructuras y estas
requieren a su vez de la historia ambiental para ser explicados, pues describe
al ser humano como prisionero de su ámbito físico y su estructura mental, un
destino sobre el que el hombre poco puede hacer. Al tratar vastos espacios y
largos periodos, Braudel afronta el riesgo de disminuir la importancia del
acontecer humano, tratando de que sus lectores cobren conciencia de la importancia
que tiene la historia del espacio geográfico, en lugar de utilizar sólo el
acontecer político como única unidad estructuránte para el desarrollo
historiográfico, proponiendo así un ejercicio de larga duración en tres categorías
esenciales: Geográfica, Social e Individual. Como respuesta a su necesidad de
ver las cosas a gran escala.
Así, el estudio de la larga duración,
combina la compleja interacción del ambiente geográfico, la economía, la
sociedad, la política, la cultura y los acontecimientos; procurando una visión
de las cosas en su conjunto. Este ejercicio interdisciplinario se ve favorecido
por la creación de la Mison des Sciences de l’Homme,
que posibilitó la proximidad con pensadores como Claude Lévi-Strauss y Pierre
Bourdieu, quienes en la cotidianidad seguramente fueron partícipes de charlas
informales y seminarios conjuntos, manteniendo a los historiadores de los
Annales en contacto con las novedades disciplinares de sus vecinos.
En un segundo periodo productivo,
Braudel en colaboración con Febvre, al reconstruir la historia de la vida
material europea, entre 1400 y 1800, descarta el enfoque tradicional de la
economía política y considera a la vida cotidiana como concepto rector,
relacionado a la civilización material, para tratar de establecer desde este
punto de partida explicaciones a los procesos de relación entre la “pequeña
historia” y aquella que tiene que ver con las grandes tendencias económicas y
sociales de una época civilizatoria, aunque Braudel no aborda la historia de
las mentalidades a la manera de Febvre, sino que centra su atención en las áreas
culturales que tienen que ver con el intercambio de bienes interculturales,
ejemplo: La exportación de mobiliario occidental a las culturas orientales, y
su contundente rechazo por parte de estas.
A lo largo de su obra intelectual,
Braudel procura un equilibrio entre lo abstracto y lo concreto; lo general y lo
particular. Interrumpiendo su visión panorámica en ocasiones para enfocarse en
el estudio de algún caso concreto, echando mano a recursos anecdóticos
descriptivos como anclaje narrativo para mantener la atención de su audiencia,
al tiempo que apuntala su discurso global, sin perder de vista esa visión
multifactorial que integra su relato.
No obstante el método historiográfico
propuesto por Braudel no está exento de críticas disciplinares. En principio
esa amplitud de espíritu histórico, a decir de sus críticos, en ocasiones
resulta en una falta de rigor analítico que asigna importancia a factores
insostenibles en una discusión formal especializada, como lo demuestran las críticas
por parte de sus contemporáneos, a sus tesis
sobre la quiebra de la burguesía en el Mediterráneo, ó la relativa
significancia que asigna a la Batalla e Lepanto. Otro punto cuestionable a su
abordaje total, pudiera ser el débil análisis que realiza sobre los valores,
actitudes y mentalidades colectivas a lo largo de su obra.
Aún así, lo que Braudel intenta
demostrar con su trabajo (y parece ser que lo logra con bastante éxito), es
plantear la posibilidad de que en pleno siglo XX -posterior a la excesiva
tecnificación científica, resultante de las dos guerras mundiales- es posible
resistir a las presiones de hiperespecialización disciplinar, consiguiendo
operacionalizar el concepto de “historia de larga duración”, para abordar
problemas concretos, en diálogo con otras disciplinas sociales.