En esta generación de Annales se intensifica la apertura
disciplinar y geográfica al conocimiento generado desde distintos frentes académicos;
continúan en su búsqueda por encontrar formas novedosas de hacer historia y
posiblemente la migración en el idioma de producción - del francés al ingles -
juega un papel importante en el proceso de descentralización del conocimiento.
La tendencia principal de los historiadores de Annales se centraba en
comprender cómo las ideologías y la imaginación social influían en los
acontecimientos, es decir una historia de las mentalidades donde la motivación
y las estructuras mentales, los hábitos de pensamiento y el aparato intelectual
de las sociedades jugaban un papel fundamental para tratar de explicar los
sucesos del pasado. Los métodos cuantitativos de la investigación social,
encuentran buen lugar de desarrollo entre esta generación, e incluso algunos de
estos historiadores utilizan formas de representación gráfica en los documentos
generados para ilustrar sus contribuciones. Una de las formas que adquirió esta
tendencia de concepción histórica fue denominada como psicohistoria
basada en la ideas de Wilhelm Reich y Erich Fromm, con exponentes como Laurie,
Le Roy, Besancon y Delameau.
Intelectuales
historiadoras femeninas consiguen un sitio de discusión incluyente para su
producción profesional, cobrando importancia el Género como centro de interés
temático en la construcción historiográfica.
El
debate entre Braudel y Mandrou da cuenta de las tensiones universales en la búsqueda constante de
modelos novedosos para abordar la realidad y las posturas que pugnan por
consolidar los enfoques también recientes en lo que podríamos llamar la nueva
historia.
La
Historia de la Alfabetización y la Historia del Libro, son temas ampliamente desarrollados
por esta generación, en muchos casos haciendo uso de métodos cuantitativos de
manera efectiva, por ser temas en la esfera de la historia cultural que se
prestan a la investigación colectiva y al análisis estadístico. En lo que
respecta a la Historia de la Alfabetización, el proyecto más importante lo
desarrolló Jaques Ozouf, utilizando censos y estadísticas castrenses, para
determinar la capacidad de firma y lectura de los reclutas franceses entre el
siglo XVI y XIX. Mientras que la Historia del Libro, se concentra en la
investigación sobre tendencias de producción del libro impreso y en los hábitos
de consumo y lectura de los diferentes grupos sociales. La figura clave en la
historia del libro, fue Henri-Jean Martin, quien estudió de manera general la
inversión y difusión de la imprenta, para continuar después con un estudio
riguroso sobre las tendencias productivas y de comercio del libro, así como los
gustos culturales en los diferentes grupos de público lector. Este tipo de
trabajos permitió a los historiadores contemporáneos situar al análisis de la
lectura en el marco de un estudio general
de la lectura material en los diferentes estratos sociales.
Pero
las pretensiones modestas o extremas en el uso de los métodos cuantitativos y
las maneras sensatas o crudas con que estos fueron empleados, generaron una
especie de reacción intelectual contra esa forma de abordaje de la historia,
respuesta especialmente crítica contra el
predominio de la historia social y estructural, distinguiéndose tres corrientes
principales: El giro antropológico, un retorno al tema político y el
renacimiento de la forma narrativa.