lunes, 8 de febrero de 2021

El socialismo militar boliviano revisitado

 


El texto propone analizar las especificidades del antiliberalismo en Bolivia de los años 30. Parte de reconocer la emergencia de una oficialidad militar joven que participó en la guerra del Chaco, pero sin el estigma de haber llevado al país al desastre como sus generales, con credenciales de heróicidad y portadora de un discurso de regeneración nacional que despreciaba al régimen oligárquico y establecía alianzas con sectores civiles, particularmente el sindicalismo independiente. Esto según Stefanoni impulsó un régimen militar que buscaba alinear al país con las teorías sobre el Estado social moderno con capacidad de regulación e intervención económicas, por ello socialistas, nacionalistas e incluso una parte de la oligarquía alentaron un golpe de Estado (valga la observación paradójica de dicha alianza, dados sus intereses de clase tradicionalmente  antagónicos); naturalmente esa utopía de democracia funcional se enfrentaría a la tensión entre clasicismo y organicismo difícil de mantener. 

El gobierno militar golpista proponía que el país debía reorganizarse íntegramente con un Parlamento que funcionara bajo una doble representación: de partido, mediante voto individual igualitario y de gremio, mediante voto social de grupos. Pero como suele ocurrir con los gobiernos militares, corrupción y mala administración se delatan como problemas fundamentales del nuevo orden, siendo combustible de descontento social. La implementación de una ley de sindicación obligatoria es muestra de la ineficacia para gobernar, en una realidad de 80% campesina, indígena y analfabeta.

         En el mundo (antes de la II WW), la crisis sistémica del capitalismo y el libre mercado granjearon adeptos a ideas antiliberales y en varios sectores se veía a Alemania, Italia y URSS como modelos emblemáticos hacia el Estado centralizado y un despertar político, económico, cultural y moral. 

Los militares socialistas bolivianos buscaban un renacimiento nacional sostenido en la unidad, para un país históricamente fragmentado social, ética y geográficamente, por lo que la ideología comunista (lucha de clases) no aportaba a su afán unificador del nuevo orden, incluso se le veía como divisionistas anarquizantes. Así, ideologías fascistas y nacionalsocialistas les coquetean por su crítica al egoísmo y materialismo, pero sin atentar contra la propiedad privada y el mercado; al tiempo que brindaban insumos de unidad nacional orgánica y armónica.

            Se alejan de Estados unidos principalmente al efectuar la privatización, buscan alianzas políticas-comerciales con Alemania e Italia, pero estas naciones no veían posibilidad de réplica de sus naciones y sólo estaban interesadas en sus recursos para la guerra, por lo que no apoyan directamente la implementación de un régimen similar a los suyos en Bolivia.

La derrota del Chaco generó una profunda crisis en los marcos ideológicos sobre los que se sostenía el Estado liberal-conservador, convocando a intelectuales marxistas/socialistas y nacionalistas a proponer fórmulas de refundación influenciados por las experiencias fascistas, comunistas, nacionalsocialistas e incluso el Estado socialista mexicano.

El proyecto hegemónico se expresó en un socialismo organicista y anticomunista que  buscaba una democracia funcional en donde los intereses colectivos imperaran sobre los individuales apuntalado en los debates abiertos tras la derrota del Chaco que contribuyeran a la construcción de un imaginario movilizador de unidad nacional y fortalecimiento estatal.