La iniciativa tuvo origen desde la atribución del Ejecutivo Federal, en
ese momento bajo la gestión de Felipe Calderón, el 23 de noviembre de 2012, es
decir, a sólo nueve días de que concluyera su mandato. Sobra comentar que la
empresa de principio suena ociosa, aún que ofrece el pretexto ideal para pensar
¿por qué nuestro país se llama como se llama? y ¿desde cuando es esto así?
En un artículo
publicado por Rueda en la revista
de divulgación Relatos e historias comenta que “El plan proclamado por Agustín
de Iturbide en Iguala, el 24 de febrero de 1821, señalaba que la “América Septentrional”
se reconocería a partir de ese momento como “señora de sí misma” y, por lo
tanto, cesaba la dependencia de España o de cualesquiera otras naciones”.[1] Es
decir, el recién creado Imperio libre de la dependencia colonial española no
estaba destinado a conocerse como México.
Pero un poco más tarde, “en el Tratado de Córdoba, del 24 de agosto, se
había estipulado que era “Nueva España” la que se había pronunciado a favor de
la independencia y que, a partir de ese momento, se llamaría “imperio mejicano”[2]; y
para Rueda esta es la primera aparición nominal del nombre que ahora
utilizamos, aún que hace un recuento de las implicaciones de identidad que este
tuvo en las diversas regiones que comprendían los territorios de la colonia
conocida como Nueva España.
Rueda comenta que “el 28 de septiembre, el Acta de Independencia
declaraba que la nación mexicana salía de una opresión de trescientos años, que
se constituiría en imperio mexicano y que todo esto ocurría en 1821, primer año
de la independencia mexicana. En ninguna parte de ese documento se llamó al
país simple y llanamente “México”, aunque se apellidara así a la nación, al
imperio y a su independencia.”[3] Es en
este punto en el que quisiera centrar mi reflexión, pues si bien textualmente
no se plasma como nombre propio nacional la palabra “México”, este nominativo
está grabado en la conciencia colectiva de cada uno de sus habitantes
contemporáneos.
“… si bien el nombre del nuevo país nunca
suscitó una discusión importante, tampoco es que se le diera de manera
automática. Durante mucho tiempo hubo varias formas de llamar a los territorios
que los españoles habían conquistado en la parte norte del continente
americano. “Nueva España” fue como los bautizó Hernán Cortés en el siglo XVI,
aunque no quedaba muy claro hasta dónde llegaban. Al comenzar el siglo XIX,
Alexander Von Humboldt afirmaba que “el nombre de Nueva España se aplica en
general a la vasta extensión del país en que el virrey de México ejerce su
autoridad”[4]
Son interesantes las alusiones que hace Rueda a las
reflexiones de Ignacio Rayón, Xavier Clavijero, y a la historiadora Guadalupe
Jiménez, sobre las explicaciones sobre que México era el nombre de vivía el
Virrey de la Nueva España
y que desde el siglo XVI se fue confundiendo el nombre, con el de el resto de
los territorios de esta colonia.
Ante la polémica de la ocurrencia presidencial, la BBC publicó una investigación que
contemplo los costos operativos para el erario público por este cambio de
nombre, y de principio plantean que sería necesario reimprimir los libros de
texto, sustituir las credenciales para votar, cambiar toda la moneda que
circulan en el país, y solicitar nueva papelería oficial para los 32 estados,
33 congresos y 2445 municipios. Esto generaría un costo de aproximadamente
MXN$293 millones (USD$22 millones aproximadamente)[5]
Referencias consultadas
Rueda, A. Á. (2011). Nace México ¿Cuál
nombre para el nuevo país? (A. S. H., Ed.) Relatos e Historias en México (37),
pp. 36-44
[1] Rueda, A. Á. (2011). Nace México ¿Cuál nombre para el nuevo país? (A.
S. H., Ed.) Relatos e Historias en México (37), pp. 36
[5] México ahora se quiere llamar.... México. BBC, mundo. En: http://www.bbc.com/mundo/noticias/2012/11/121122_mexico_cambio_nombre_estados_unidos_mexicanos_calderon_an.
Consultado el 26 de septiembre de 2015