Una de las más celebres ambiciones de los historiadores de Annales fué desmontar los saberes tradicionales, aceptando los riesgos en las fronteras
de la innovación de una propuesta de rejuvenecimiento del oficio del
historiador al tiempo que recodificaron el dialogo con las ciencias sociales. Pues para esta
generación de historiadores no son suficientes: la descripción cronológica de los objetos, los
procedimientos de análisis, ni la naturaleza de la documentación; sino que
pretenden que el historiador construya sus problemáticas en la intersección de
una larga serie de interrogantes del presente, tomando prestados los métodos de
otras ciencias.
Los historiadores de Annales fueron
los precursores en subrayar la complejidad del tiempo, privilegiando la larga
duración. Argumentaban que
la exploración de los mecanismos temporales, debían construir a la contribución
de la historia, no obstante el cuidado particular de los fenómenos de más larga
duración lleva consigo el riesgo de olvidar los procesos por los cuales lo
nuevo sucede, por ello la atención a los procesos supone que las temporalidades
humanas son múltiples y que la conciencia cronológica no basta para fundamentar
la verdadera contemporaneidad.
Dentro de los múltiples desfases
entre las formas, las estructuras y los funcionamientos históricos, se
encuentra el origen de una evolución, no necesariamente alomérica y
estacionaria, sino histórica: irreversible, imprevisible y determinada, pues
cada sociedad está en un proceso constante de producción de sí misma y en el análisis
de este proceso se encuentra l única manera de romper con la insignificancia de
los relatos de sucesos.
Para Annales, la historia social ha
sido concebida de golpe, como aquella de lo colectivo y lo cuantificable,
preocupándose de medir los
fenómenos sociales a partir de indicadores simples, pero medibles masivamente,
reuniendo y analizando un enorme material, aún ante el riesgo de que esta
actividad pueda devorar la ambición del investigador y la inquietud misma de la
interpretación. El desarrollo de amplios bancos de datos, tropieza contra las
mismas aportas que tiene una concepción simplificada de la relación entre el
historiador y el documento, o entre el archivo y el pasado y pudiera desembocar
en la objetivación de las estructuras analíticas. Ante esto, los historiadores
de Annales advierten que los objetos sociales no son cosas dotadas de
propiedades, sino conjuntos de interrelaciones cambiantes en el interior de
configuraciones en constante aceptación, por ello proponen dilucidar los modos
de relación entre economía, sociedad y civilizaciones, como la principal tarea
del historiador.
Una
buena investigación histórica
resulta en un sistema de proposiciones explicativas, ligadas entre sí, resultando
en la expresión de una estructura que ayuda a disolver la opacidad en la
comprensión de la realidad histórica, a partir de principios de
inteligibilidad, pues el objeto de la historia no puede plantearse desde la
exterioridad, ni encerrarse en categorías a priori, sino que los procedimientos
de la experimentación son los que la construyen y la hacen comprensible. Así la
empresa de innovación e interdisciplinariedad de anuales, se basa en el derecho
y deber de los historiadores, de franquear las coacciones disciplinares y
aprovechar todos los recursos que ofrecen las ciencias sociales, valiéndose de
estos modos de interacción entre las practicas científicas especializadas. Aún
que son conscientes de algunos de los riesgos que esta postura implica: La
multiplicación indefinida de experiencias individuales y aisladas; así como la
posible falta de cohesión disciplinar en la solución empírica de los problemas
históricos.
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